Hoy un poema que nos habla de la realidad que tristemente estamos viviendo.
Te dejaron sin techo hijo, te dejaron sin techo
y no sé cómo afrontar tu mirada inocente
y decirte que nos tenermos que marchar.
Mis manos se me antojan inútiles
no pueden siquiera darte un lugar para vivir
y se cierran crispadas, enloquecidas de rabia.
La impotencia ruge en mi boca,
escupe en la cara de los de un color y los de otro,
de los que se enriquecieron por el camino,
los que utilizaron algo tan básico como un techo
como moneda de cambio
los que permitieron
que alcanzara un precio de lujo.
Juegan con tu vida y con la mía
como barquitos de papel abandonados
en un espeso fango;
fango, que nadie se hace responsable de haber vertido.
Odio, siento odio mi niño
y el corazón se me endureció en el pecho
pero miro tus ojos asustados ante mi ira
y sé que essta semilla amarga no es la que quiero sembrar en tu corazón
que no dejaré que el miedo paralice tu mirada.
Y abro mis manos crispadas para acoger las tuyas
dejo que mi amor por ti
llene de brisa mi alma
porque aunque no tengamos techo
¡yo quiero darte un hogar, sin odio y con esperanza!